Cuando la rutina nos aplasta. Cuando un compañero nos ofende. Cuando nos encontramos en una encrucijada. Dos minutos de relajo nos hace volver a nuestro centro, a nuestro “ahora”.
Escuchemos el canto de la primavera y dejémosle llegar a lo más profundo en nosotros, donde guardamos lo más puro de nuestra existencia, para que nos despierte a nuestro estado natural de belleza sin igual.
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