La preocupación parece ser innata en nosotros. Nadie nos la enseña. Salta automáticamente sin que nosotros la programemos.
¿Por qué nos preocupamos? Las razones son infinitas. Van de lo más mínimo a lo más extremo.
Creo que la preocupación no tiene edad. Nos llega de niños hasta el final de nuestros días, aunque haya excepciones. Recuerdo mis preocupaciones a los cuatro años. En mi adolescencia tenía muchas más. A la edad de 22 años decidí investigarlas y tomé la decisión de eliminarlas. Es un trabajo para tenerlo al día porque a medida que cambia nuestra vida surgen nuevas situaciones que pueden hacernos caer en esa emoción de preocupación. También he sido testigo de otros niños y sus preocupaciones. En mi trabajo he ayudado a muchos adultos con las suyas.
La preocupación es una energía negativa que te va comiendo por dentro, te distrae poniendo la atención en el objeto que te preocupa y no le das importancia. Solo sabes que te sientes incomodo y molesto. No puedes relajarte ni tener paz. Puedes pretender que la tienes, pero como dicen en España “la procesión va por dentro”. No todos tienen a alguien con quien hablar y desahogarse. Al desahogarte te sientes mejor pero no se elimina el dolor. Hay que trabajarse a sí mismo para eliminarlo. Estuve 18 años en Inglaterra con los “Samaritans” y 2 años en Canadá en “Distress Line”. Era trabajo benévolo. En esos años escuché a mucha gente contarme sus preocupaciones. Uno de los lugares donde más fuerte se vive el miedo y la preocupación es en las cárceles. También hice trabajo benévolo en cárceles en Inglaterra, España y Canadá. Todo ello me ha dado la experiencia que tengo sobre el tema. Además del trabajo que vengo haciendo desde hace muchos años.
La preocupación no ayuda a nadie. Es un peso muy gordo y tiene consecuencias: se vuelve dolor. Es como una cosa dura, dolorosa y pesada que llevas encima. Suponiendo que te preocupas por algo o alguien en particular y el resultado es favorable, quedas aliviado porque la razón de tu preocupación ha llegado a su fin. Piensas que ya se acabó todo, pero no es así. Las emociones que has tenido quedan grabadas en las células. Yo digo en mi libro que se esconden en bolsillos secretos en nosotros. No nos damos cuenta, pero con el tiempo salen como enfermedades u otras cosas. Hay que hacer una limpieza de las células en nuestro sistema energético.
Hazte algunas preguntas: ¿A quién ayudas con tu preocupación? ¿Te ayudas a ti? ¿A la situación? ¿A la persona por la que te preocupas? ¿Al ambiente? ¿Al mundo? ¿A quién ayudas? Para el que no sepa. La preocupación es una energía negativa y viaja con el pensamiento a donde la quieras llevar. Nos dicen que el pensamiento es más rápido que la luz. Así que llega antes de que te des cuenta del pensamiento que has enviado. Con el pensamiento envías las emociones que sientes. Las energías negativas no son saludables, pueden hacer mucho daño. Por consiguiente, te haces daño a ti y a todos en general.
Yo Soy la fuerza de la vida y tú también.
Los que tengáis preguntas, podéis hacérmelas abiertamente o en privado. Siempre que pueda contestaré. Los que estáis en las redes sociales dadle al “me gusta”. No sabes a cuántos puedes ayudar. (Ya sé que hay muchos que no estáis en las redes sociales).