Hace unos años que no habíamos tenido nieve. La echaba de menos. Me encanta la nieve. Estos días tenemos gran cantidad para disfrutarla. Cuando veo todo cubierto de un blanco tan brillante, siento como si se hiciera una limpieza álmica en todo mi entorno y me encuentro en ese centro en el que me parece estar en un mundo encantado. Es difícil explicarlo sin perder la esencia de lo que realmente siento. Se me pasa el tiempo en contemplación de estas escenas tan vibrantes para mí. Estaba en este sentir, cuando mi amigo el zorro llegó y justo delante del ventanal, donde me encontraba, se revolcaba en la nieve con un placer indescriptible; y sentí una comunicación extraordinaria. Era como si él estuviera en la misma onda de frecuencia que la mía al disfrutar de la nieve. Lamenté no tener mi teléfono a mano para grabar esos momentos mágicos. Sin embargo, pronto entendí que no eran para ser grabados. Eran únicos y muy especiales para mí. Después de unos minutos se fue, pero volvió paseándose tranquilamente como lo hace siempre, sin señales de sentir el frío, bien que estemos a unos grados bajo cero.
Quería compartir con vosotros esta experiencia, ahora que entramos en un nuevo paradigma donde es el corazón el que habla. Las frecuencias suben en la gente que se prepara o quiere prepararse. Cuando buscas, encuentras. Cuando afinas tu corazón con un mundo limpio, un colectivo en armonía y amoroso, tu visión toma otro color. Te sientes más fuerte al conectarte con esa fuerza interna que tantos ignoran y muchos están empezando a darse cuenta de lo mágica que es. Y tú, ¿estás conectado? ¿Te buscas? O, ¿te dejas ir con la muchedumbre?
Estoy Agradecida