Vengo de pasar unos días en París. Todo es diferente a los recuerdos que tengo de los años de mi juventud pasados en esta hermosa ciudad. Es curioso, porque he estado otras veces en París entre aquellos años juveniles y ahora; pero en este viaje los cambios se me pusieron delante y no podía ignorarlos. Me gritaban en los oídos. Mi mente trabajaba comparando: pasaban imágenes del pasado atropelladas por las del presente. Recuerdos de las calles y plazas parecían cambiadas. Las gentes, el ambiente, el aire que respiraba, los miles de restaurantes y cafés, los museos, el Río Sena, todo me hablaba. Todo se quejaba y a la vez se reía. Eran dos épocas separadas de mi vida. Sin embargo, observándolas había un seguimiento, una evolución un tanto descontrolada. Hay mucho que observar y ¡Dios mío! ¡cuánto que contar! Pero, este no es el lugar.
El libro “A la Recherche du Temps Perdu” de Marcel Proust no cesaba de pasarme por la mente. Me decía a mí misma: “Ahora entiendo. Antes creía que entendía, pero no es lo mismo”. Esto reafirma mi creencia de que la sabiduría nos llega a través de las experiencias de la vida.
Esas dos caras de la moneda que podía ver en París existen en nuestros días en este presente nuestro. El planeta Tierra avanza a pasos gigantescos haciéndonos ver que para seguirle debemos hacer lo mismo. Pero con toda la carga del pasado estamos muy estancados y, para seguirle, debemos tomar velocidad dejando atrás lo que ya no podremos usar en el lugar al que nos dirigimos. ¿A qué carga nos referimos? Al pasado, a los recuerdos, a los hábitos, a las tradiciones, costumbres, a personas y lugares, a todo lo que no nos servirá en un futuro muy próximo: los pesares, los miedos, la culpabilidad, los juicios, la crítica y todo tipo de pensamiento negativo, por decir alguno. Esto pesa mucho.
Sin embargo, lo que si podemos llevar con nosotros son aquellos momentos mágicos cuando el amor nos hablaba, la alegría nos sonreía, la locura nos sorprendía y nuestra expansión no tenía límites. Todo eso del pasado y de todos los tiempos nos da alas para volar y poder seguir el ritmo y llegar a un futuro nuevo, sorprendente y enriquecedor.
¿A qué nivel del camino te encuentras? ¿Cuánto has dejado atrás sin pesares? ¿Cómo sientes el peso? ¿Tienes ayuda o alguien que te apoye? ¿Aún no has empezado? Cada uno a su tiempo. Estamos en un momento muy propicio para deshacernos de todo.
Yo Soy la fuerza de la vida y tú también.