He estado ausente durante un tiempo debido al cambio en las circunstancias de mi vida. Hoy es un día especial para mí y quiero ver a dónde puedo llegar. Quiero agradecer a aquellos que no me han olvidado y me han felicitado en estas fiestas pasadas con palabras llenas de ánimo y agradecimiento.

El pasado noviembre, en el vuelo de regreso de un viaje, escribí un blog con la intención de publicarlo. A mi lado había una pareja joven y encantadora. Hablamos animadamente más de la mitad del viaje y me olvidé del blog hasta que la conversación nos llevó a él. Les comenté que lo publicaría. Sin embargo, la vida tenía otros cauces para mí alejados de mi intención de publicarlo. Semanas después no lo encontraba.

Hoy es el día de cambios para mí. Por suerte también encontré lo escrito en el avión. Aquí va:

Las olas del mar, si las observamos, son como las emociones. Las hay suaves que parecen acariciarte, un poco más fuertes que parecen avisarte y seguidamente llegan las fuertes que te arrastran, te hacen perder el equilibrio e incluso te golpean el cuerpo. Es interesante observarlas a una pequeña distancia y a un nivel superior para poder ver la gran inmensidad de agua que se mueve en ondas bien ordenadas y armoniosas.

Pongo la vista y la atención en ese movimiento y pronto me siento viajar con ellas. Ellas me acogen y yo les cuento lo que llevo dentro. Pronto las olas de mi ser se unen al ritmo de las olas del mar. Yo confío y me entrego a viajar con ellas. Me llevan hacia dentro y hacia fuera hasta llegar muy lejos y allí me empujan hacia el interior. Siento descender. El amor incondicional me acompaña. Llego a una profundidad oscura y una luz brillante se acerca, cuestiona mi presencia y me aconseja. El espíritu del mar me habla. Me siento sobrecogida. Es un gran honor, que no conocía.

La primera experiencia parecida fue en Cuba. El sobrecogimiento aquella vez fue inmenso. Todo mi ser pertenecía a aquella fuerza. Era imposible contarla. Esos son momentos de la vida que solo vivirlos ha valido la pena estar en la materia, sentir la energía y vibrar con su fuerza.

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