Cuando nos observamos, resulta fascinante ver lo que se mueve en nuestro entorno.

Al principio, nos sorprende. Es como ver las piezas de un puzle bailar delante de ti. El asombro no te deja ponerle nombre. Sin embargo, la sensación de libertad te colma profundamente y te sientes bien contigo mismo.

Cuando ya te has acostumbrado a ese estado, de pronto las piezas del puzle empiezan a colocarse, una a una, en el lugar que les corresponde. Entonces nos damos cuenta de que hemos subido un peldaño más y alcanzamos a ver un poco más lejos. La satisfacción nos llena de placer. Agradecemos este momento, porque no sabemos cómo llegamos hasta aquí, pero aquí estamos.

Es difícil explicar lo que quiero expresar. ¿Cómo hacerlo, si me ocurrió de forma espontánea, sin darme cuenta del juego? Todo lo que hacemos cada día es un juego dividido en muchos otros juegos. Con tanto movimiento, muchos de nosotros no somos conscientes de la frecuencia constante en la que nos movemos, cambiando sin cesar.

Aquí os dejo con el puzle. Compartid los vuestros y contad cómo habéis llegado a ellos.

Yo soy la fuerza de la vida y tú también.

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