Anoche, miré por la ventana y me sorprendió el tamaño de la luna, nunca la había visto tan grande. Me maravilló y dije “¡mira la luna!”. La luna llena parece que viene para repartirnos sueños deseados, la miramos embelesados con anhelo y esperanza de recibirlos. Nos llena el corazón y podemos dejar que nuestra imaginación viaje por allá donde los sueños se encuentren y avisarles de que estamos preparados para recibirles. Un rato más tarde, cuando volví a mirar ya no la vi, pues el cielo estaba nublado y no nos la dejaba ver. Pensé, “¡Qué suerte tienen los que viven en países con cielos despejados que les dejan ver los otros mundos que nos rodean!”

Con la misma rapidez que desapareció la luna de mi vista, así sucede con los días, las semanas, meses y años. Nuestra percepción del tiempo se reduce a gran velocidad. Me parece que es lunes y ya me encuentro en viernes. Sin darme cuenta, ya está aquí Navidad. Me hago muchas preguntas al respecto. Y, ¿tú? ¿Te preguntas a dónde vamos con tanta rapidez? ¿Qué nos rodea? Sobre todo, ¿lo que haces cada día? ¿Te gusta? ¿Quién te controla? ¿Te crees totalmente libre de expresar lo que sientes? Los que te rodean, ¿te apoyan? ¿Cómo te apoyan? ¿Cómo te sientes con la vida? ¿Qué te falta? ¿Qué quisieras pedirle a la Luna? Recuerda que lo que pides te llega, siempre que sepas pedirlo.

Estoy agradecida

Read in English>>